¿Tuvimos un hijo

Capítulo 214

Por un lado, algunas de las empleadas pensaron: «Qué bello sería acostarse con el presidente Palomares…»; por el otro, ciertos hombres tenían en mente: «¡Qué envidia me da que Elías Palomares puede tener a Anastasia Torres!». Anastasia estaba sentado en su oficina, con jaqueca, y toda su inspiración se esfuminó para entonces. Además, su mente estaba concentrada en el beso que se dieron en la calle. ¿Elías estaba devolviéndole su amabilidad o de verdad le gustaba? En la residencia Torres, Érica estaba mirándose la cara hinchada en el espejo, mientras rechinaba los dientes con rabia. ¡Lo único que quería Anastasia era estropearle la cara! ¡Si no fuera por su suerte, tendría una enorme cortada en la cara! —¡No te saldrás tan fácil de esta, Anastasia! Te haré pagar el doble por lo que me humillaste hoy —recalcó Érica. Una vez que terminó de insultar a Anastasia, tomó su teléfono y marcó el número de Helen. —Hola, Érica —le contestó, tan amable como siempre. —¿Sabes lo que me pasó hoy, Helen? Anastasia casi me arruina la cara. —¿Qué pasó entre las dos? —preguntó de prisa, sorprendida. —Ni lo hablemos. —Aunque dijo esto, procedió a explicar todo el incidente. Sin embargo, no mencionó que solo consiguió trabajo gracias a Elías, sino que dijo que necesitaba un empleo. —¿Qué? ¿Fuiste a trabajar a Burgués por dos días? —Helen estaba impactada, pero sintió alivio al saber que no fue al estudio en ese tiempo. —Quería ganar algo de experiencia allí, pero no esperaba que Anastasia me tratara como un engendro. Aparte de arruinarme la cara, aprovechó la oportunidad de despedirme —dijo Érica, resoplando al exasperarse. Asimismo, sonrió con orgullo al añadir—: Por supuesto, no dejé que se saliera con la suya, porque les dije a todos que trabajó como una anfitriona, que atendía a los clientes del club y que quedó embarazada hace cinco años. ¡Es el hazmerreír de la empresa! Ansiosa ante esto, Helen preguntó con timidez: —¿Recuerdas cómo era el anfitrión? ¿Cuál era su nombre artístico? —¿No fuiste tú quien lo organizó? ¿Qué voy a saber yo? De todos modos, en primer lugar, hubieras elegido un anfitrión feo para ella. Así, se habría muerto del asco. ¿Por qué le conseguiste un anfitrión? Qué pérdida de dinero. Mientras que Érica estuvo de fiesta toda esa noche como un animal salvaje, esa idea fue de Helen, quien solo observaba la diversión. Luego de oír esto, Helen suspiró de alivio. Supuso que el destino ayudó a Anastasia aquella fatídica noche de hace cinco años; también, creyó que el anfitrión huyó con los dos mil que le dio cuando vio a otro hombre en la habitación privada. En cuanto a la razón en que Elías había estado allí, se imaginó que tal vez se había emborrachado y entrado a la habitación equivocada. ¡Qué desgracia! Anastasia se había acostado con Elías y dio a luz a su hijo. Con desesperación, Helen deseaba haber estado en el lugar de Anastasia durante aquella noche. —Helen, ¿qué has hecho estos días? Hace tiempo que no salimos de compras —se quejó Érica. —Cuando tu cara sane, te invitaré a una buena comida. —Helen debía mantener su amistad con Érica, pues podría serle útil algún día. —¡Está bien! Estaré esperando tu llamada. —Érica era una persona con una mente sencilla, pues no era una mujer ingeniosa gracias a la protección de su madre; aun así, tampoco era una persona amable, como ella. Helen, quien estaba en una mansión lujosa, colgó el teléfono. En ese momento, tenía la mente repleta de complots. ¿Cuánto despreciaría Elías a Anastasia después de saber que trabajó como una anfitriona? No pudo evitar llamar a Maya, con la esperanza de saber cuánto juzgarían a Anastasia. Sin embargo, ¡no esperó enterarse de que Elías despidiera a tres mujeres por culpa de Anastasia! De repente, casi se atragantó al enfurecerse y dijo: —¡¿Qué?! ¡¿Elías despidió a Érica en el momento?! —Helen no podía creer que ella lo había conocido y que no se lo contara. —¡Así es! Ese mismo día, también despidieron a dos empleadas entrometidas que estaban murmurando sobre Anastasia. Será mejor que tengas cuidado, Helen, ¡Anastasia es una mujer astuta! ¡Encantó al presidente Palomares con sus tácticas! —dijo Maya, cuyas palabras le sonaron rudas a Helen, a pesar de que sabía que Maya se preocupaba por ella.
 
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