Capítulo 27

-¡Carajo, esa perra otra vez andando por ahí con hombres…!

Los gritos de un hombre ebrio continuaban afuera, seguidos por el estruendo de objetos siendo lanzados, eran sonidos tan fuertes que hasta la puerta de ella vibraba.

Evrie se dio cuenta de que el vecino de al lado había regresado.

Ella alquilaba apenas una pequeña habitación, compartiendo una sala con otros dos vecinos. Justo al lado vivía una pareja de mediana edad, y el hombre a menudo volvía borracho en mitad de la noche, soltando maldiciones y a veces hasta tirando cosas.

Debido a la bulla que formaba, siempre terminaba despertándola.

En algunas ocasiones, aquel hombre incluso había estrellado botellas de cerveza en su puerta, dejándola con el corazón en un puño toda la noche.

Pero en esos lugares el alquiler era barato, aunque también era desordenado y caótico. No tenía otra opción.

Evrie escuchaba los ruidos de afuera y suspiraba interiormente. No tenía dinero para mudarse a un lugar mejor, así que tenía que aguantar,

El hombre afuera continuó haciendo ruido un buen rato hasta que finalmente se calmó.

Evrie se relajó, a punto de apagar la luz para dormir, cuando de repente su puerta fue golpeada con fuerza.

-¡Pum, pum, pum! – Los golpes continuaron.

-¿Quién es? – Le preguntó Evrie con cautela.

-Soy yo, tu vecino, jabre, niña! – Se oyó la voz embriagada del vecino al otro lado.

—¿Qué quieres? —

-Tengo que hablar contigo, abre la puerta y te lo digo dentro. –

necesitas? Dímelo desde ahl. – Evrie

impacientó, y golpeó la puerta más fuerte y con más ímpetu.

niña, todos somos vecinos aquí. ¿Qué tiene de malo conocernos? Abre y haga Eres estudiante, ¿no? ¡Yo nunca me he juntado con una estudiante universitaria!

Evrie saltó a su

conocerte, lárgate o llamo a la policía! – gritó agarrando su

la puerta.

hombre borracho dudó un segundo y luego pateó la puerta con

me asustas con tu amenaza de llamar a la

voy a j**er hasta la muerte! –

fuerza de las patadas, y Evrie, aterrada, bajó de la cama y agarró unas tijeras que tenía en el

puerta crujía como si el hombre estuviera a punto

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la puerta.

sudandó frío por la espalda, no tenía armas para defenderse. Estaba en un piso alto y los otros vecinos

manos temblorosas marcó el número de la policía, pero en su nerviosismo, sus dedos resbalaron y llamó a un número reciente de su historial. Cerró los ojos y marcó.

¿comisaría?, vivo en Calle Santa Marta, edificio 3, apartamento 1109, hay alguien acosándome, está rompiendo

un estruendo retumbó-¡Bang! y la puerta de su habitación

con el aliento cargado de alcohol y la mirada turbia, avanzando hacia ella paso a

paso.

te acerques! –

levantó las tijeras y

el

pero Evrie, gritando, intentó apuñalarlo con las tijeras. Él la esquivó torpemente, luego le arrebató las tijeras y la

Evrie luchaba por liberarse, retenida por el peso repugnante y grasiento del

otra vez y te

de las tijeras a su cuello, amenazándola

del teléfono, Farel escuchaba la conmoción y su rostro se oscureció instantáneamente, lleno de furia.

-¿Evrie? –

varias veces, pero no hubo respuesta, solo se oían los sonidos entrecortados de la

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