¿Tuvimos un hijo

Capítulo 57

Capítulo 57

-¿Te sientes mejor? —preguntó Elías con un tono grave.

Inc

Los mareos que hicieron que Anastasia se tambalease comenzaban a disiparse y fue entonces cuando ella se dio cuenta de que Elías la estaba sosteniendo en sus brazos. Se apuró a alejarse, aunque solo terminó chocando con la mesa detrás de ella.

-¡Ay! —exclamó.

Al siguiente segundo, Elías la volvió a tomar en su abrazo, volviéndola a poner en la misma posición que hace unos escasos segundos atrás. Cuando su rostro se apoyó sobre su firme y marcado pecho, ella recapacitó el haber escuchado un ruido y una sensación que provenia de su mejilla; sin embargo, antes de que pudiese terminar de registrar el dolor, sintió una mano grande

tomarle de la muñeca.

Ella estaba aturdida mientras la guiaban hacia el carro estacionado en la acera. Elías abrió la puerta del pasajero para acomodarla adentro del mismo con firmeza. En cuanto ella se sentó, sacó su teléfono y le llamó a su padre, quien contestó en pánico y entre gritos.

-iAnastasia, aún no encuentran a Alejandro!

– No te preocupes, papá. Alejandro está a salvo. Se encuentra bien y estoy en camino para recogerlo.

-¿Qué? ¿En dónde está?

cuidando. Vamos a

la dirección y los

fiar y es una persona peligrosa. No hay forma en que permita

en mente. Anastasia se apuró a

Papá, estoy segura de que estás agotado. Deberías descansar. Yo recogeré a

No, necesito asegurarme de que Alejandro está bien -insistió Franco. Estaba tan preocupado que sentia

verte en cuanto me reúna

final del día. Después de la conversación, colgó el teléfono. Elias se encontraba a su lado, manejando hacia la ubicación de la tienda. Anastasia mantuvo

que estuvo, al borde de perder todos los estribos. Esta era la primera vez desde que nació Alejandro que estuvo a merced de

sillón. Rompió a llorar mientras

– Alejandro!

– iMami, mami! iLlegaste!

 

pequeño corrió hacia ella y se aventó a sus brazos. Ella se agachó para recibirlo y abrazarlo, todavía tenia lágrimas recorriendo sus mejillas. Mientras tanto, la vendedora quien había estado cuidando a Alejandro

ser el papá

su traje hecho a la medida y, bajo las luces, su figura lucia alta y con porte. No había forma de confundir la elegancia que emanaba. A pesar de no decir nada, él parecía igual de aliviado mientras observaba a la madre e hijo abrazarse. Por su parte,

llevaba consigo. Tomó la mano de la vendedora y

este collar

un niño muy bueno. Asegúrese de mantenerlo cerca la próxima vez -respondió ella

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