Capítulo 5

Bryan se sobresaltó ante esas palabras y sus nudillos empezaron a ponerse blancos por la fuerza, mientras se quedaba paralizado en su lugar como si le hubiera alcanzado un rayo.

—Bryan, ¿qué haces de pie en…?

Antes de poder terminar la frase, Natalie divisó a Leonardo, quien estaba frente a Bryan.

No pudo evitar fruncir el ceño. —¿Qué haces aquí?

Leonardo soltó una risa fría, y su mirada sobre ella parecía una hoja de hielo. —¿Llegué en el momento equivocado? ¿Los interrumpo?

Natalie apretó la mano que estaba secando su cabello, y luego pronunció con aire sereno: —Supongo que ya viste el acuerdo de divorcio, ¿verdad? Si estás libre, podemos ir a sacar el acta de divorcio.

—Natalie, no estoy de acuerdo con el divorcio. ¡Ven conmigo!

Diciendo eso, Leonardo estaba por tomarla de la mano. Bryan, quien estaba a un lado, se dio cuenta de la situación y rápidamente se puso en medio de ellos.

Leonardo lo miró con una expresión helada y le amenazó: —Si no quieres que te bloqueen en la farándula, ¡más te vale largarte!

Bryan se enfrentó a él sin el menor temor en sus ojos.

—Señor Ramos, me temo que no es tan fácil bloquearme. Además, parece que Natalie no quiere irse con usted.

Después de años en la industria del entretenimiento, había ampliado su red de contactos, por lo que no podía ser ocultado tan fácilmente sólo porque Leonardo quería.

Un destello de frialdad pasó por los ojos de Leonardo, quien sacó su celular y marcó un número.

momento, Natalie, que estaba de pie detrás de Bryan,

furia que sentía en su corazón aumentó aún más. La miró fríamente y espetó: —¿Estás preocupada por él? Tan sólo me fui de Monteflor durante un mes y ya estás manteniendo a un hombre. ¡Eres

ignoró y se dirigió

fin de cuentas, y no

bien, si necesitas algo, sólo

hacia Leonardo y estaba a punto

—¡¿Qué estás haciendo?!

por completo de modales caballerosos. ¿Cómo pudo haber sido tan cegada como para pensar

no dijo una palabra y la metió en

a toda velocidad, y en un abrir y cerrar de ojos, estaban en la mitad de la colina. Natalie apretó

salir, Leonardo! ¿Qué diablos

—¡Abróchate el cinturón!

tan apretado que le resaltaban las venas de sus manos, lo que demostraba

lo miró con indiferencia. —Cuando mencioné el divorcio antes, no fue por capricho, ni

Chirrrrrri…

golpe en el lado de la carretera y,

fruncir el

de poder recuperarse, ella oyó a Leonardo

quedarse con ese mantenido? ¡Te advierto que abandones

loco? Sé que

mirada gélida, Leonardo replicó: —¿Y eso qué

a tener que ver? ¿Te atreves a

reinó el

menos yo no hago cosas que te hagan sentir mal. Pero

que me hagan sentir mal? ¿Acaso tengo que pillarte en

—¡Natalie!

calmó de repente y apartó la mirada. —Digas lo que

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