Farel se apoyó en el marco de la puerta, sin mostrar sorpresa alguna ante su aparición, con una expresión serena.

—¿Te mudaste? —le preguntó con tono de voz apático.

Evrie asintió, esforzándose en esbozar una sonrisa— Sí, qué coincidencia, Dr. Farel, resulta que somos vecinos de enfrente.

Temerosa de que Farel pensara que ella se había acercado a propósito, Evrie se apresuró a explicarle—Es el alojamiento para empleados de nuestra empresa, me lo asignaron esta tarde, fue todo al azar, es una casualidad increíble.

Farel soltó un bufido—Parece que tu empresa tiene buenos beneficios.

Evrie se quedó sin palabras, sintiéndose algo incómoda.

Por alguna razón, siempre percibía un tono sarcástico en sus palabras.

Cuando se dio la vuelta para ir a tirar la basura, Farel la llamó—Espera.

—¿Qué pasa? —Evrie se giró instintivamente.

—Tengo algo que devolverte.

Farel regresó al interior y, segundos después, salió extendiendo la mano. Entre sus dedos, claramente definidos, colgaba una prenda interior con un estampado de florecitas sobre fondo blanco.

Al verlo, Evrie sintió como si su cabeza explotara.

¡Se puso roja como un tomate al instante!

¡Él todavía tenía eso!

En la prisa de la mañana, había guardado todas sus prendas de dormir, excepto su ropa interior, que olvidó en el baño. ¡No podía creer que él la hubiera recogido y ahora tuviera la desfachatez de devolvérsela!

Evrie estaba mortificada, tomó la prenda rápidamente y la apretó en su mano para meterla en el bolsillo.

—¿Hay algo más? —le preguntó, ansiosa por irse.

—No. —Farel retiró su mano con indiferencia, como si aún jugara con la idea en sus dedos.

encendido,

el pasillo, y cuando regresó, la puerta de Farel seguía abierta y en la entrada de su casa había un

—le exclamó Evrie

plástico, sonriendo con picardía—Acabas de mudarte y necesitas de todo, así que te compré

cómo

bastante con que me hayas conseguido el alojamiento, no deberías

sencillo, no es la gran cosa.copy right

compré, no vas a hacer que lo devuelva,

con una sonrisa traviesa en su

fuera, e inmediatamente abrió la puerta para

siéntate un rato, o mejor, te invito a cenar. Me has ayudado tanto que

por la ayuda recibida y pensando

falta salir. Compré un montón de comida, tú podrías invitarme a una comida casera. Tengo curiosidad por probar

cantidad de verduras y carne, suficiente para

que la joven tenía dificultades económicas

él no

aceptó con gusto—Está bien, entonces te mostraré lo que

puerta, olvidándose por completo del

a Farel apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados y una expresión inexpresiva, como una estatua de

el dueño de la casa, se tocó la nariz

—¿Te unes?

de que pudiera

—Sí.

Evrie—…

Leandro—…

realmente no

todo, desde verduras y carne hasta todo

cocinar. Leandro intentó ayudarla, pero ella lo rechazó una y

parece de algodón, pero qué

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