Capítulo 4 La voz de Fernando era ronca y áspera por la ira. “Creo que te dije que no queria volver a verte nunca más” Sabrina tambien queria mantenerse fuera de su vista. Pero ella no tenía otra opción. Había solicitado cientos de vacantes y esta era la única empresa que habia aceptado su solicitud. Ella tenia que ganarse la vida de alguna manera. Además, el no había sido la única victima aquella noche. Ella había sido la mayor victima. Por supuesto, ella no iba a decirle eso. Despues de un momento de consideración, Sabrina decidió hacerse la tonta. La torre era enorme. Simplemente ella tenía que hacer todo lo posible para evitar al hombre y mantenerse fuera de su camino en el futuro. Fernando miro a la joven. Su silencio parecia intencional, como si estuviera pensando en maneras de acercarse a él. Su voz se llenó de rabia. “Esta es tu segunda advertencia. Mantente fuera de mi vista. No vas a conseguir una tercera. ¿Me entiendes?” Sabrina entendió perfectamente a Fernando. El parecía convencido de que ella había hecho todo esto a propósito. Que ella voluntariamente le había hecho saber su presencia de nuevo. Sus esperanzas de ganarse su amor habían sido aplastadas hace mucho tiempo. No se atrevía a esperar. Todo lo que quería era mantenerse lo más lejos posible del hombre. Ella bajó la mirada y murmuró. “Entiendo. Nunca más me volverás a ver“. Fernando retiró su mirada penetrante. No tenía intención de pasar el resto del viaje con ella. Su voz permaneció fría cuando habló. “Fuera de mi camino“. Su orden repentina hizo que Sabrina retrocediera alarmada. Se dio cuenta de que estaba interponiéndose en su camino. De alguna manera se había acercado a las puertas mientras intentaba alejarse del hombre. Ella dio un paso hacia atrás apresuradamente. El miedo o tal vez sus nervios debían haberla afectado porque de alguna manera se torció el tobillo cuando dio un paso hacia atrás. La joven perdió el equilibrio y se tambaleó hacia adelante, cayendo de rodillas con un ruido sordo. Su cara bonita golpeó la ingle de Fernando de lleno y golpeó algo. Eso fue muy duro. Sabrina se preguntó si podría haberse roto la nariz. Su cara se sonrojó instantáneamente, sus mejillas ardian de mortificación. Se arrodilló rígidamente en el piso. La joven no tenía idea de qué hacer a continuación. Fue Fernando quien habló primero. Tenía la mandíbula tensa y con una voz de hostilidad, dijo: “iFuera de mi camino!” Sabrina ignoró el dolor latente en el tabique nasal y se apartó. Aún le ardían las mejillas. Fernando no podía soportar mirar a Sabrina por más tiempo. Presionó uno de los botones en el panel inmediatamente. Tan pronto como las puertas se abrieron, salió del ascensor. Una vez más, dejó a Sabrina de espaldas. Sabrina miró al hombre que se alejaba de ella. El rubor de sus mejillas fue apagandose poco a poco. Su corazón se estremeció. Pero en realidad no le

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podía soportar invocar ningún sentimiento de buena voluntad dirigido hacia Sabrina. Sin embargo, había algo extraño en ella… olía ligeramente a leche. Leche dulce y fresca. Se había sentido atraído por el olor y casi quería besarla. El rostro de Fernando se oscureció varios tonos ante ese pensamiento. ¿Qué estaba pensando? Esta era una mujer que lo drogó y se acostó con él. ¿Cómo podía seguir sintiéndose atraído por ella? ¿Estaba loco? Apartando esos pensamientos de su cabeza, el joven

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