Capítulo 9 Gregory ha desaparecido

En el Grupo Sawyer, Nicholas estaba todavía en la reunión cuando recibió una llamada de Andrew. En cuanto se enteró de que Gregory había desaparecido, se levantó de un salto y salió de la sala de conferencias con expresión acerada, anunciando con los dientes apretados:

—¡Despedido!

No podía ocultar su ira y su hostilidad. «¡Esto es pura incompetencia! ¿De qué sirve mantener al personal si ni siquiera pueden vigilar a un niño pequeño?»

Parecía más amotinado que hace unos segundos cuando subió a su coche. Justo cuando estaba a punto de volver corriendo a la mansión, su teléfono sonó con un trino intrusivo.

Era un número desconocido, observó Nicholas, pero estaba tan aturdido que se equivocó y respondió a la llamada en lugar de rechazarla.

Tan pronto como la llamada se conectó, una torpe voz femenina llenó la otra línea, tartamudeando:

—H-Hola, Presidente Sawyer. Soy yo, Tessa, la violinista que actuó en el banquete de cumpleaños del joven señor Gregory el otro día. ¿Todavía me recuerda?

No escuchó ninguna respuesta, pero lo que sí oyó fue su corazón palpitando en su pecho. No era tan presuntuosa como para pensar que Nicholas se acordaría de ella después de su breve encuentro en el yate, pero, de nuevo, esa no era su prioridad.

Aclarándose la garganta, explicó de inmediato:

—Presidente Sawyer, Gregory ha venido al edificio de la orquesta a buscarme. Me preocupaba que usted pudiera estar buscándolo, así que pensé en llamarlo. Si no es mucha molestia, ¿podría venir a llevar al pequeño a casa?

al oír eso y dijo con

—a continuación, colgó el teléfono con decisión y llamó a su ayudante, soltando con irritación—: ¡Busca ahora mismo toda la información

teléfono, pisó el acelerador y

récord, habiendo tardado apenas una hora en completar

tormentoso de su rostro. Al verlo, Tessa se enderezó

—¡Presidente Sawyer!

parte, parecía agitado mientras se mantenía callado, sin atreverse

sus piernecitas colgando sobre

voz sonaba algo incorpórea, como si viniera de las profundidades del infierno, mientras

dónde guardas toda esa audacia, pero ¡cómo te atreves

saltaron ante el estruendoso volumen de su voz. Gregory, sin embargo,

así que no tengo más remedio que venir aquí

podía negar que había estado dando excusas a Gregory, con la esperanza de que acabara olvidando la

trabajo, pero intenté liberar mi agenda para traerte a ver a la señorita Reinhart. No deberías haberte

a creerte. Has estado encerrado en casa durante los últimos tres días, ¡así que no me digas que estabas ocupado trabajando! No creas que no sé que me ves como un niño tonto que se traga tus mentiras. Ya tengo cuatro años y no nací ayer. No puedes seguir

en voz alta

había brotado en él pareció

bonita dama como querías,

que había realizado para encontrar a su bella dama favorita. Se

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