“No estoy enojado contigo, Ivy”, “Si odias la forma en que tratan a los pícaros, ¿por qué los dejas?” Me di cuenta al instante del error que cometí. Solo cuestioné la habilidad del rey para gobernar justamente, insinué que no era apto.

“Yo… no quise decir. Eres un buen rey”, solté presa del pánico, pero sus rasgos nunca cambiaron. Aunque me sorprendió cuando respondió.

“Estoy trabajando en eso. Los adultos saben que sus crímenes son responsables de ellos, detuvimos el asesinato de niños Rogue, y la mayoría de las manadas acordaron incluso acogerlos o expulsarlos una vez que fueran mayores de edad. Algunos, sin embargo, no estaban de acuerdo con las leyes. Pero luego algunos paquetes comenzaron a matarlos. Eventualmente, eso también se detuvo, pero luego los niños rebeldes comenzaron a aparecer de nuevo recientemente; por eso fui a tu manada ese día. Estábamos investigando a tu Alfa.

“¿Quieres ayudar a los pícaros?”

“Sí, siguen siendo parte de mi regla. Solo porque algunos sean malos no significa que todos lo sean, Ivy. Nunca estuve de acuerdo con que mataran a niños rebeldes. Traté de prevenirlo. Me esforzaré más”, dice.

“¿Por qué mi Alfa, sin embargo?” cuestioné

“Debido a que su manada es la única manada que todavía mataba a los pícaros cuando eran mayores de edad, también me pareció extraño que solo dos niñas figuraran en el orfanato como pícaros. Parecía extraño,” asentí.

“Sí, tuvimos algunos que iban y venían, pero una vez que el nuevo Alfa se hizo cargo, nadie sobrevivió. Los mató a todos”, le respondo.

“¿Todos ellos?”

hablando de los ataques rebeldes de que esperaba que vinieran nuevos niños, pero nunca lo

que volver allí

que no tienes un

dice, interrumpiéndome. Parpadeo hacia él antes de darme cuenta de dónde habían caído mis

quitándolos de sus musculosos abdominales. El Rey los vuelve a colocar. —Me gusta cuando me tocas, Ivy, así

pecho hasta sus hombros, obligándome a estar más cerca de él. Mis palmas hormiguearon violentamente, y saqué una mirándola. Mis cejas se fruncieron, preguntándome por qué lo hicieron. Volviendo mi cara hacia él, estaba apoyada en él y su cara estaba apenas a una pulgada de la mía. Su

 

lados, quería tocarlo, acariciarlo, olerlo, lamerlo. Mi mente vacila en el último. No debería querer lamerlo,

que los tuyos? Solo que eres mejor

a mi rey”,

olerte, tenerte cerca, compartir

de apartarme, pero él agarra mi cuello y me acerca de nuevo, obligándome

quisiera que tú hicieras lo mismo? ¿Y

besar a su sirviente rebelde? Sin embargo, el pensamiento tan espantoso como sonaba, me preguntaba cómo se sentirían sus labios contra los

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