Un anuncio.

Dejar de pensar en aquello que me tormentaba, era casi imposible, más ahora con la imagen en mi celular, que por masoquista decidí mirar por segunda vez, mientras me decidía por eliminarla o dejarla en mi galería.

No hace falta ser adivino o pedir explicaciones para saber que acababan de estar juntos de una manera muy íntima en la cama que una vez compartí con el señor. Por más que me dé ánimos a mí misma, sucumbia ante la decepción y el dolor de ser traicionada por la persona menos esperada.

No podía seguir de este modo cada día de mi vida, no podía permitirle a la Sra. Rachel y al Sr. Lancaster que hagan lo que quieran con mi corazón, con mis sentimientos y con mi dignidad.

Si ellos decidieron joder todo conmigo para juntarse, bien adelante, que hagan lo que se les cruce por la cabeza, yo me mantendré lo más alejada posible. Una vez que Alexander haya firmado el divorcio, no volverán a saber nada de mí. ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎

Decidida y con la frente el alto, eliminé las lágrimas en mis mejillas antes de caminar a mi  guardarropa y debatirme entre varios vestidos para el banquete que organizó mi padre, no pasó mucho tiempo cuando Maga tocó la puerta y luego de unos segundos, dejó a la vista aquella mujer castaña de ojos cafés y la sonrisa más enorme y auténtica que he visto en mi vida. ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎

—No puede ser. ¡No puede ser!‏‏‎‎ —Abby se dejó llevar por la emoción al verme y dejó caer las bolsas de compras que traía en sus manos para correr a abrazarme con tanta fuerza, que por poco me deja sin aire.‏‏‎‎ —Estás de vuelta, no sabes cuánto te eché de menos, Sari. ¡No lo puedo creer! ¡Mi mejor amiga ha vuelto!

Le correspondí a su efusivo abrazo, aunque hacía mi mayor esfuerzo por respirar. Tanto tiempo sin ver a mi mejor amiga, a mi verdadera mejor amiga, iba a ponerme sentimental pero me concentré en no perder el aire. ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎

— Abby, yo también te eché de menos, pero como sigas abrazándome tan fuerte me vas a perder para siempre.‏‏‎‎ —dije con dificultad y al darse cuenta de la fuerza que estaba ejerciendo sobre mí, me soltó, pero no dejó de tomar mis manos sin borrar su sonrisa que le llegaba hasta los ojos.‏‏‎‎ —Nunca debí irme, Abby. ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎

— Oh, vamos, no estamos para lamentos, lo hecho, hecho está, quisiste estar con ese muchacho que conociste y que se volvió el empresario más joven y codiciado de New York, perfecto, ya estuviste con él, excelente, se casaron, genial, ahora se van a divorciar, bien, te quitaste las ganas y ahora estás de regreso para seguir haciendo lo que se te dé la real gana, ¡mucho mejor!‏‏‎‎‏‏‎‎ —me contagió de su buen humor y toda la vibra positiva que la caracteriza, pero, esta vez no podía hacer lo que yo quería, no volví sola, volví muy bien acompañada. ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎

— Eh… Me temo que no.‏‏‎‎ —dije con miedo a su reacción cuando se entere que estoy embarazada, ni a la reacción de mi padre le tuve tanto miedo. ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎

—No me vengas con que te vas a echar a morir por un imbécil, no sé que te hizo, pero si estás aquí, ya me lo imagino.‏‏‎‎ —soltó con fastidio, mientras recogía las bolsas que había soltado cuando entró a la habitación, dejándolas sobre la cama.‏‏‎‎‏‏‎‎ —Mira el mujerón que eres, eres la heredera de Doinel, una mujer que desborda clase y sensualidad, eres tan brillante, fuerte, suficiente, tienes una jodida sonrisa para todos y eres espectacularmente auténtica. Estás a la altura de lo que sea y no porque un idiota te haya herido, quiere decir que no vas a seguir con tu vida. Te equivocas, eso es exactamente lo que harás, seguirás con tu maravillosa vida y le vas a demostrar que se perdió lo mejor que pudo pasar por su miserable vida. Escogeré tu vestido, mi hermano asistirá al banquete y sé que estará feliz de verte.‏‏‎‎ —Abby se perdió en el guardarropa con toda la confianza, como siempre lo ha hecho y volvió con una pila de vestidos que dejó sobre la cama.

Al menos seguimos manteniendo la confianza de siempre, a pesar del tiempo que estuvimos sin vernos y sin comunicarnos.

Y como toda la vida, tenía que mencionar a su hermano, creí que con el tiempo se le borraría esa loca idea de la cabeza de ver a su hermano con su mejor amiga, pero veo que seguirá anhelando que sea su cuñada hasta el fin de los tiempos.

— Estoy embarazada.‏‏‎‎‏‏‎‎ —solté directo, sin tantos rodeos y ella detuvo la búsqueda de mi vestido para esta noche. ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎

Su mirada denota sorpresa, sí, está muy sorprendida, tanto, que tuvo que sentarse en la cama y abanicarse el rostro con la mano de una manera dramática, digno de la reina del drama. ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎

— No puede ser, ¿esa es la razón por la que estás aquí? ¿Él no lo quiso?‏‏‎‎‏‏‎‎ —preguntó entre preocupada y enfadada, alternando su mirada entre mi rostro y mi barriga cubierta con la bata de baño. ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎

que si hubiese sido así, no sería tan trágico como la verdadera razón, pero

de la verdadera razón para que no sacara sus propias conclusiones y su rostro se desencajó por completo. ‏‏‎‎

el trágico momento en el que descubrí a Alexander con Rachel justo cuando le iba a dar la noticia de que iba a ser padre, también la puse al tanto de los tratos de su familia y algunos

esa es mi amiga. Con más razón todavía, ese maldito no merece a una mujer como tú y esa zorra, ja, ¿qué clase de amigas te fuiste a conseguir? No tiene ni un poco de dignidad esa perra. El karma se encargará de ellos, tú solo

exclusivo, donde no podía entrar cualquiera y mucho menos los paparazzis que no desperdician la más mínima oportunidad para crear noticias de cualquier personaje importante, aunque aquello lo hizo más que nada para que los medios no indagaran hasta dar con el rostro de la heredera Doinel, mi padre lo

lo dejé inmóvil

estar con Alexander, quien, a pesar de asistir a banquetes similares y los grandes eventos de su empresa, solo me llevó a uno y no me quedé más de veinte minutos, pues me encontré con su hermana y

ataques, sin embargo, abandoné el lugar cuando mencionaron que la imagen de Alexander se vería perjudicada por venir acompañado de la esposa pobre y de

amor, que prefería cuidar su imagen, impidiendo que

‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎

estaba enganchado con el mío, mientras me guiaba en el interior del enorme y lujoso salón de banquete del club Palace

y no tardé en encontrar a mi amiga enganchada del brazo de un hombre de casi metro noventa y ojos cafés los cuales recordaba aunque tuviera la piel bronceada,

que no le importe si me robo a su hija por unos minutos, la devuelvo en un instante.‏‏‎‎ —mi padre le lanzó una mirada seria, pero ella no borró la sonrisa de su rostro, estaba más animada que

una impertinente, aún así, se la prestaré.‏‏‎‎ —me reí ante las palabras de mi padre, siempre le ha dicho impertinente a mi amiga y es

padre la llame de esa

en la mesa junto a tu madre, no demores, tengo un anuncio importante que hacer en unos minutos. Te quiero.‏‏‎‎ —me

muy en el fondo de su corazón, yo le agrado.‏‏‎‎ —dijo después de soltarse del brazo del castaño y engancharse en el mío. Claro que le agradaba a mi padre, solo que no está de acuerdo en lo liberal y safada que es Abby.‏‏‎‎ —Ahora, dejando de lado el tema del gruñón Doinel. Es momento de que saludes al hombre que debería estar casado contigo en este momento.‏‏‎‎ —la fulminé disimuladamente con la mirada, al mismo tiempo

tiempo sin verte, Sarah, mira como estás, toda una mujer.‏‏‎‎ —dijo el castaño al verme con un brillo en sus ojos cafés, mientras se acercaba a mí para envolverme en un abrazo en modo de saludo, cerré mis ojos y esbocé una sonrisa por

mismo tiempo al escuchar a Abby decir aquel disparate. Ambos la fulminamos con la mirada y ella se encogió de hombros.‏‏‎‎ —Me callaré por unos minutos, pero ni crean que me daré

da gusto verte después de tantos años, Paul, eres todo un fortachón, no estabas así la última vez que te vi.‏‏‎‎ —lo saludé amable, tratando de ignorar a mi amiga que no

terminar sacando de mis casillas, ¿cuando va a entender que no me gusta y jamás me gustará su hermano? O sea, si es un hombre muy elegante, atractivo, alto, con un rostro varonil, exitoso y centrado, pero mis gustos

¿Volviste para quedarte? Espero que sí, porque así podemos trabajar juntos por mucho tiempo.‏‏‎‎ —cambió de tema de repente y

sus padres son socios de la empresa de mi padre, pero de ahí a trabajar juntos, no lo creo. ‏‏‎‎ ‏‏‎‎ ‏‏‎‎

el tema del trabajo,

anuncio con Sarah.‏‏‎‎ —mi padre tomó mi

Abby, quien parecía frustrada por la interrupción, aunque le daba gracias al

me dedicó una sonrisa de medio lado, mientras caminaba entre las personas que charlaban animados unos con otros

mi espalda y fue imposible no sentirme nerviosa por la sonrisa que

presentaría ante la alta sociedad, no sabía bajo qué motivo, solo espero que la idea que mi padre tenía en su cabeza no termine

The Novel will be updated daily. Come back and continue reading tomorrow, everyone!

Comments ()

0/255