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Clara gritó alzando la cabeza tanto de dolor como de sorpresa y eso hizo reaccionar a Dixon que separó sus colmillos de la piel viendo como dos hilos de sangre bajaban ahora por la nalga de la loba. Ella por supuesto intentó alejarse, pero el peso de él sobre sus piernas se lo impidió.

-Shhhh, quieta- le dijo bajando la cabeza y lamiendo la sangre empapando su paladar con el dulce sabor de ella.

Clara se estremeció y aunque forcejeo de nuevo no logró apartarse rindiéndose nuevamente. El cuerpo del lobo era más grande, por más que quisiese no podía escapar. Dixon podía oler, ahora con la cercania la fragancia del sexo de ella, húmedo por la estimulación y comenzó a salivar, tenia la boca hecha agua. Nunca había chupando el sexo de ninguna loba, su mate seria la primera que saborearía, pero no necesitaba la experiencia. Se guiaba por su instinto. Es que incluso la idea de tener sexo con otra hembra le desagradaba ahora que tenia a su loba debajo de él. Y no podía aguantar más.

Agarrando la cadera de ella la giro para que quedara boca arriba. Clara soltó un chillido ante la nueva posición y llevó por reflejo sus brazos delante de su pecho para ocultarlo y recogió sus piernas. Comenzó a temblar nuevamente y se mordió el labio inferior. Sus ojos llenos de lágrimas..

caliente. Tan pequeña, tan deliciosa, tan inocente, y él quería tomar todo, aunque por el estado de ella tenía que tener

más… suave con el tono de voz empleado o eso pensó él. Clara negó con la cabeza en un intento de mantener su voluntad. En cambio, los dedos de Dixon que estaban en su cadera se movieron en dirección al sexo de ella y rozaron la zona específica que él sabía que ella le gustaba. Clara soltó un gemido y su cuerpo relajó un poco el agarre. Momento que utilizó Dixon para presionar aún más, quería que ella se abriera a él por voluntad

a cada lado hasta que su sexo quedó a la vista de Dixon. Y era tan hermoso para él que sus ojos brillaron, pequeno, hinchado, rosado y con un clítoris diminuto pero muy sensible. Se relamió los colmillos que estaban completamente desenfundados. Se acomodó descendiendo su cuerpo hasta que su rostro estuvo cerca de este dónde su

vez Dixon no se lo permitió agarrando cada muslo con sus grandes manos y manteniéndolos abiertos para sumergir su boca en el sexo húmedo de ella. La

manos de la loba se enterraron en el largo y oscuro

y algo caliente se removía en su estómago, las lágrimas cayeron por el borde de sus ojos. De su boca sallan palabras que

ninguna concordancia con lo que estaba pasado ahora mismo

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